El fundador de Inditex, Amancio Ortega, puede presumir de ser un hombre hecho a sí mismo. Aquel pequeño empresario que comenzó con un negocio de batas es en la actualidad el tercer hombre más rico del mundo tras escalar dos puestos en base al último ránking de Forbes con un imperio que da trabajo a más de 100.000 personas. Ortega, que amasa una fortuna de unos 43.000 millones de euros y dispone el 60% de acciones del grupo, destaca además por su discreción, aunque su condición de multimillonario le permite gastar el dinero en lujos con los que un simple mortal ni siquiera podría soñar.
Hijo de un ferroviario vallisoletano afincado en León, la familia se trasladó a La Coruña, donde el joven Amancio comenzó a trabajar como repartidor en la camisería Gala, uno de los negocios comerciales más célebres de la capital gallega. Al poco tiempo, le contrataron en la mercería La Maja, también negocio próspero de la ciudad regentado por los Castro Quintás, en el que ya trabajaban dos de sus hermanos, Antonio y Josefa, y donde conoció a Rosalía Mera Goyenechea, su primera esposa. Allí adquirió sus primeros conocimientos sobre el sector textil y no tardó en aventurarse con un negocio propio al que bautizó en 1963 con el nombre de Confecciones Goa (iniciales de su nombre y apellidos colocadas en orden inverso) y donde comenzó a fabricar batas guateadas.
Su concepción empresarial se asentó en la máxima de 'ofrecer moda a bajo precio' e ideó una fórmula para abaratar costes que pasaba por la formación de un negocio integrado en el que se fabricaba, se distribuía y se vendía directamente el género. Así nació en 1975 la primera tienda Zara en la calle Torreiro de La Coruña. Su familia, un núcleo compacto que todavía permanece en el Consejo de la compañía, y un reducido grupo de empleados se convirtieron en el primer equipo colaborador de Ortega y Zara se transformó en pocos años en un fenómeno empresarial, con escasos precedentes en España.
En 1985 se creó Inditex, compañía matriz que controla desde entonces las actividades de Zara y de las demás empresas del grupo. Inditex ha seguido una línea de integración vertical de negocio, por la que ha absorbido parte las actividades del proceso productivo que antes eran realizadas por sus clientes o por sus proveedores. Pero además de el negocio textil, Ortega ha diversificado su iniciativa empresarial hacia otros sectores industriales como el inmobiliario, el financiero, los concesionarios de automóviles o la gestión de fondos de inversión.
La capacidad personal de Amancio Ortega para dirigir la empresa unida a la programación Just in Time (que le permite colocar los productos textiles demandados en los puntos de venta en sólo dos semanas) y a la política de precios consiguieron expandir el negocio e introducirlo con éxito en el mercado de cuarenta países, repartidos por todo el mundo. La estrategia de internacionalización del grupo ha sido intensa y se afianzó a partir de 2000 con una inversión de 270 millones de euros dirigida al crecimiento en el mercado exterior.
Desde la primera apertura de un punto de venta fuera de España en Oporto (Portugal) en 1988, Inditex se ha expandido por toda Europa e Iberoamérica principalmente, aunque también ha logrado implantarse en mercados de otros países como Arabia Saudí, Kuwait, Turquía, Japón o Estados Unidos. Los resultados consolidados del grupo de empresas controladas por Inditex representaron una cifra neta de negocio de 2.615 millones de euros en el año 2000, datos que se sustentan sobre una estructura de más de 1.300 puntos de venta que produjeron un beneficio neto consolidado de 262 millones de euros.
Amancio Ortega nunca concedía entrevistas y en los archivos de los periódicos sólo se conservaba una única fotografía del enigmático empresario gallego, la que apareció en 1999 en las páginas de la primera memoria oficial de Inditex. Aquel año se mostró a la sociedad el rostro del hombre que había levantado en treinta años un imperio empresarial en el que trabajaban más de 24.000 empleados.
Para el cambio de estrategia se encontraron dos causas principales: por un lado, la creación de la Fundación Amancio Ortega; y por otro, la intención del grupo de salir a Bolsa en el año 2001. Con vistas a la colocación del 26% del capital en el mercado de valores, el grupo fortaleció su presencia internacional y, por primera vez en su historia, la cifra de ventas fuera de España superó la facturación del mercado nacional.
Entre sus aficiones conocidas destacan la hípica, los automóviles y la pintura. Marcos, el único hijo varón de Ortega, nació con una grave discapacidad y el empresario promovió la fundación de Paideia, una institución de apoyo a menores con deficiencias, que dirige su ex mujer, de la que se separó en 1986. Después se casó con Flora Pérez Marcote, empleada en una de sus fábricas.
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